Al hablar de la temática fantástica, nos llegan imágenes de orcos malvados llegando en grandes hordas atacando castillos llenos de fieros guerreros al lado de sus aliados enanos barbudos armados de hachas junto con los arqueros élficos apoyándoles, en cuanto a la temática de espada y brujería que era algo más oscura ha terminado añadiendo mitos europeos. Y esto puede ser interesante para los norteamericanos, que encuentran esto como exótico, pero claro… nosotros somos europeos y como dice el dicho “En la casa del herrero cuchara de palo”, o sea, que las vemos venir desde la distancia. Se ha creado una especie de zona de confort y en cuanto te explican que va a ser una partida de fantasía, ya estás esperando los típicos tropos.
Pero por suerte ha habido juegos que no han elegido el camino más trillado, o que han cambiado lo suficiente como para dar una nueva vertiente a la fantasía tipo. Aunque por supuesto no son tan vendidos como los que siguen la vertiente. Lo que plantea la pregunta ¿Y si en el fondo no somos tan alternativos como pensamos? Imaginad las razas con las que se juegan, no solemos tratar a los personajes como otra especie, sino como otra cultura y poco más, con algunas diferencias físicas.
Y no hablemos de las criaturas, que ya no sorprenden e incluso podemos nombrar para que en la mente del jugador ya se forme la imagen completa, incluso ya se forma como actuara durante toda la escena en la que esté.
Es por eso que me gustan los juegos que se arriesgan con otras culturas, que pueden todavía sorprender a los jugadores cuando iniciamos con la descripción de un pnj, y si además aprendemos un poco de una cultura tan desconocida como es la mesopotámica, pues mejor que mejor. Si estamos hablando de…
La puerta de Isthar